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Enfermedades gastrointestinales en el gato. La importancia del correcto diagnóstico y manejo para evitar complicaciones crónicas

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Enfermedades gastrointestinales en el gato. La importancia del correcto diagnóstico y manejo para evitar complicaciones crónicas

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Módulo: La patología gastrointestinal en el gato. Diagnósticos diferenciales a considerar según la edad y presentación. Enfermedad primaria o secundaria a otras patologías.

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Salvador Cervantes

LV, Acred. Medicina Felina AVEPA, responsable de medicina interna, Clínica Felina Barcelona.

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Anna Calvet

LV y responsable cirugía, Clínica Felina Barcelona.

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Módulo: La patología gastrointestinal en el gato. Diagnósticos diferenciales a considerar según la edad y presentación. Enfermedad primaria o secundaria a otras patologías.

Parte 1

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1.1

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Particularidades del gato con enfermedad gastrointestinal

El paciente felino tiene características propias en su respuesta a enfermedades digestivas. Son “maestros del disimulo” y con frecuencia, llegan a consulta con la enfermedad avanzada. La presencia frecuente de comorbilidades (renal, hepática, endocrina) requiere un enfoque diagnóstico y terapéutico adaptado. El estrés o los cambios en el entorno pueden agravar síntomas digestivos funcionales. A menudo presentan signos inespecíficos como anorexia, pérdida de peso o vómitos crónicos. Un punto clave: el aspecto de las heces. La diarrea no siempre está presente, incluso en enfermedades intestinales relevantes.

1.2

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Signos gastrointestinales más frecuentes

Los signos gastrointestinales más frecuentes en gatos incluyen vómito, diarrea, hiporexia o anorexia, pérdida de peso y, a veces, dolor abdominal. El vómito crónico intermitente es especialmente común y suele subestimarse por los tutores debido al mito de que el vómito es normal en esta especie. Algunos también pueden ser signos indirectos, como pelaje pobre o letargo. Como ya hemos comentado, los signos pueden deberse a enfermedades extra intestinales, por lo que va a ser fundamental contemplar el estado general del paciente y no solamente el aparato digestivo.

1.3

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¿Cuándo es diarrea? Fecal Score

Los tutores no siempre son conscientes del aspecto que deberían tener las heces de un gato sano. Lo ideal: firmes y flexibles, pero no duras. De color marrón oscuro, en forma de pequeños troncos y cuando las recogemos no deberían dejar residuos en el arenero. Utilizar en la consulta una escala estandarizada como el Fecal Score es de gran ayuda para que los tutores nos indiquen la consistencia de las heces. Hablamos de diarrea cuando las heces son más blandas de lo normal, más frecuentes o de volumen incrementado. En gatos, es clave preguntar si se detectan cambios en el uso del arenero o presencia de moco o sangre.

1.4

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Causas de diarrea aguda

Las causas más comunes de diarrea aguda en gatos incluyen los cambios bruscos de dieta, parasitosis (especialmente giardia y coccidios en los gatos que viven en comunidades), intoxicaciones o infecciones víricas. El estrés o una disbiosis también pueden desencadenarla. En pacientes con buen estado general, lo abordaremos con tratamiento sintomático y monitorización. En casos con signos sistémicos como fiebre, letargo o vómito, debemos descartar enfermedades más graves o sistémicas mediante pruebas complementarias, tanto sanguíneas como de imagen ecográfica.

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Parte 2

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2.1

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Causas de diarrea crónica

Consideramos crónica aquella diarrea que persiste por 3 o más semanas, en el gato puede tener múltiples causas. Estas van desde enfermedades inflamatorias intestinales (IBD), linfoma intestinal de bajo grado, pasando por intolerancias o infecciones persistentes como Tritrichomonas foetus hasta causas extraintestinales como insuficiencia pancreática exocrina, hipertiroidismo o enfermedad hepática. Un enfoque diagnóstico sistemático va a ser clave para resolverlas. Debemos evitar tratamientos empíricos prolongados o antibióticos que puedan complicar el cuadro clínico.

2.2

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Evaluación del paciente

La evaluación clínica debe incluir: una reseña clara del paciente (no es lo mismo un gatito de < 6meses que un gato de 10 años) y una historia detallada (tipo y duración de los signos, cambios de dieta, entorno, convivencia con otros animales). Además, es clave registrar peso y condición corporal, y hacer una exploración completa, no solo abdominal. Los signos digestivos pueden estar relacionados con patologías sistémicas. Según el caso, se indicarán pruebas básicas (hemograma, bioquímica, T4, coprológico) o estudios más específicos. La actitud, hidratación y estado general guían el nivel de urgencia y profundidad diagnóstica.

2.3

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Diferenciales según la edad del gato

La edad del paciente orienta nuestros diagnósticos diferenciales. En gatos jóvenes predominan las causas infecciosas, parasitarias o alimentarias. En adultos, se amplía el abanico: intolerancias, IBD o triaditis. En pacientes mayores, debemos tener muy presentes enfermedades crónicas como insuficiencia pancreática, hipertiroidismo, enfermedad renal o neoplasias digestivas (como linfoma intestinal). La edad nos ayuda a priorizar diagnósticos y pruebas, pero no se debe excluir ninguna opción si los signos clínicos lo justifican.

2.4

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Protocolo diagnóstico inicial

En gatos con signos digestivos leves o intermitentes, el protocolo inicial debería empezar con una anamnesis completa y una buena exploración física. Podemos considerar una prueba terapéutica dietética, con una dieta con elevada digestibilidad para facilitar la absorción de los nutrientes y buena palatabilidad, especialmente importante en gatos. A continuación realizaremos un coprológico y analítica básica (hemograma, bioquímica, T4). Una buena pauta es descartar primero enfermedades extra intestinales. En pacientes estables sin signos de alarma, un enfoque escalonado permite avanzar sin sobrecargar al gato ni al tutor con pruebas.

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Parte 3

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3.1

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Protocolo diagnóstico avanzado

Avanzamos hacia un protocolo diagnóstico más completo cuando los signos son persistentes, graves o refractarios a los cambios iniciales. Este debe incluir pruebas de imagen (radiografías, ecografía abdominal), test específicos (TLI, cobalamina, folatos) y, si procede, endoscopia con toma de biopsias. La ecografía es especialmente útil para valorar el grosor de las paredes intestinales, linfonodos o páncreas. En algunos casos, se requerirá una laparotomía exploratoria. Elegir el momento adecuado para avanzar en el diagnóstico evita retrasos innecesarios en enfermedades como la IBD o el linfoma.

3.2

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Pancreatitis

La pancreatitis felina es una de las causas extraintestinales frecuente de signos digestivos. Suele presentarse de forma crónica o subaguda, con síntomas vagos como anorexia, vómitos, letargo o dolor abdominal. Puede pasar desapercibida sin una alta sospecha clínica. Es habitual en el contexto de la triaditis felina. Aunque el Gold Standard diagnóstico es la biopsia pancreática, en la práctica se utiliza una combinación de: signos clínicos compatibles, ecografía abdominal con alta sospecha y pruebas específicas como la Spec fPL. El tratamiento es de soporte: fluidoterapia, analgesia, nutrición enteral temprana y control de náuseas. Puede requerir hospitalización según la gravedad del cuadro.

3.3

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Triaditis

La triaditis es un caso especial: tenemos un proceso intestinal complicado por la afectación de otros órganos, en concreto el páncreas (pancreatitis) y el hígado, especialmente los conductos biliares (colangitis).
Una característica anatómica única de los gatos es que el conducto pancreático principal y el conducto biliar común se fusionan antes de desembocar en el duodeno. Esta particularidad favorece la extensión de inflamación o infecciones entre estos órganos.
Actualmente, no está claro qué inflamación aparece primero ni cuál es su papel en el desarrollo de las otras. Tampoco se sabe si todos los casos comparten el mismo mecanismo patogénico o si existen variaciones donde cada enfermedad contribuye al desarrollo de las demás. Esta incertidumbre nos obliga a adoptar un enfoque diagnóstico y terapéutico integral. Puede presentarse con signos digestivos inespecíficos como vómitos, anorexia o pérdida de peso. El diagnóstico se basa en signos clínicos, ecografía abdominal y pruebas específicas. El tratamiento requiere un abordaje multimodal, adaptado a cada componente implicado.

3.4

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Enfermedad hepática y signos digestivos

Las enfermedades hepáticas son causa frecuente de signos gastrointestinales en gatos. La colangitis puede producir vómitos, anorexia, pérdida de peso y, en ocasiones, ictericia. Como ya hemos visto, puede formar también parte de la triaditis junto con pancreatitis y la enfermedad inflamatoria intestinal. En hepatopatías crónicas o en la lipidosis hepática también son comunes los vómitos y la hiporexia. El diagnóstico requiere bioquímica hepática, ecografía y nos podemos ayudar de la citología mediante aspiración por aguja fina pero no es infrecuente que se requiera una biopsia. El tratamiento depende de la causa: antibióticos, antiinflamatorios, ácido ursodesoxicólico sin olvidar nunca un adecuado soporte nutricional. Los signos digestivos pueden ser la primera pista de una enfermedad hepática subyacente.

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Parte 4

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Signos digestivos en enfermedades endocrinas

Algunas endocrinopatías felinas cursan con signos digestivos. En gatos mayores, los signos digestivos pueden ser la manifestación inicial de una enfermedad endocrina subyacente. De ellas el hipertiroidismo es la más frecuente: suele causar vómitos, diarrea y polifagia con pérdida de peso. La diabetes mellitus puede provocar vómitos, sobre todo si hay cetoacidosis; la diarrea es menos común pero puede aparecer por pancreatitis concurrente, disbiosis o como un efecto secundario del tratamiento. El hiperadrenocorticismo, poco frecuente en gatos, puede alterar la motilidad digestiva. También se han descrito náuseas en el hiperparatiroidismo.

4.2

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Signos digestivos en enfermedades infecciosas

Diversas infecciones pueden causar signos gastrointestinales en el gato. Debemos tenerlas en cuenta en nuestro diferencial, en especial en gatitos más jóvenes. La panleucopenia felina produce vómitos, diarrea severa y leucopenia, especialmente en gatitos no vacunados. La peritonitis infecciosa felina (PIF) puede presentar vómitos, hiporexia y pérdida de peso, a veces, con granulomas en el tracto intestinal. Los retrovirus, la leucemia y la inmunodeficiencia también pueden causar signos digestivos por inmunosupresión o infiltración linfomatosa. Giardia y Tritrichomonas causan diarrea crónica, sobre todo en gatos jóvenes o de colectividad. El coprológico y las pruebas específicas son clave para el diagnóstico.

4.3

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Tratamiento: fluidoterapia

La fluidoterapia es la piedra angular en el tratamiento de enfermedades gastrointestinales, especialmente si hay vómitos, diarrea o anorexia. En gatos, una deshidratación moderada puede comprometer fácilmente la perfusión de órganos sensibles como el páncreas, aumentando el riesgo de pancreatitis. En casos leves, una dieta gastrointestinal en formato húmedo (contamos con productos con una palatabilidad y digestibilidad excelentes) ayuda a mejorar la ingesta hídrica. También podemos complementar con caldos o, incluso, con fluidos subcutáneos. En pacientes con pérdidas más severas, será necesaria la vía intravenosa y la monitorización hospitalaria. Se utilizan soluciones cristaloides isotónicas, con suplementación electrolítica según el caso. Hidratar precozmente no solo mejora el estado general, también previene complicaciones.

4.4

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Tratamiento: medicación

El tratamiento médico se prescribe con base en los signos clínicos. Aunque el diagnóstico diferencial puede variar con la edad, el tratamiento sintomático es similar en la mayoría de los casos cuando nuestro objetivo es el control de los síntomas. En el gato con enfermedad digestiva podemos necesitar antieméticos (maropitant, ondansetrón o metoclopramida), protectores gástricos (omeprazol o famotidina), analgésicos (preferiblemente buprenorfina o gabapentina) y estimulantes del apetito (como mirtazapina). En el paciente felino, debemos recordar la máxima de que menos es más: usar lo necesario, evitar polimedicación y tener en cuenta si el gato está comiendo. Lograr que empiece a comer cuanto antes debe ser prioritario.

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Parte 5

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5.1

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Tratamiento: un caso especial, los antibióticos

Deberíamos evitar el uso empírico de antibióticos salvo indicación clara; su uso en enfermedades digestivas debe ser muy selectivo. En gatos con vómitos o diarrea sin signos sistémicos, nunca están indicados. Se ha demostrado que su uso empírico puede alterar la microbiota y empeorar cuadros crónicos. Estarían justificados en casos con fiebre, leucocitosis marcada, sospecha de sobrecrecimiento bacteriano o colangitis, especialmente en las formas neutrofílicas, donde es ideal obtener cultivo de bilis previo al tratamiento. También están indicados en infecciones confirmadas (SalmonellaClostridium perfringens). La decisión debe basarse en criterios clínicos y pruebas diagnósticas.

5.2

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Tratamiento: fármacos específicos

Una adecuada estructuración del protocolo diagnóstico nos permitirá instaurar tratamientos específicos con mayor precisión. En la enfermedad inflamatoria intestinal se emplean glucocorticoides (prednisolona) o inmunomoduladores (ciclosporina). En la insuficiencia pancreática exocrina, se administra enzima pancreática sustitutiva. La hipocobalaminemia se corrige con cobalamina (vía SC u oral). En colangitis/triaditis usamos el ácido ursodesoxicólico. Debemos evitar la polimedicación empírica: cada fármaco debe estar justificado, con seguimiento clínico y analítico.

5.3

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Tratamiento: el papel clave de la dieta

La dieta es un pilar esencial en el manejo de los procesos digestivos felinos y debería considerarse siempre. En cuadros agudos, buscamos una alimentación altamente digestible, con proteínas de calidad y bajo residuo. En enfermedades crónicas, este mismo enfoque puede ser útil como tratamiento complementario, pero también debemos valorar una posible intolerancia o sensibilidad alimentaria. Una dieta de eliminación (proteína nueva o hidrolizada), bien planteada, puede evitar pruebas costosas. Es importante mantenerla durante al menos 6–8 semanas para lograr la mejoría máxima y la resolución de los signos clínicos, aunque pueden ser necesarias hasta 10-12 semanas sin alternar con otros alimentos. La respuesta clínica puede ser el mejor diagnóstico.

5.4

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Tratamiento: probióticos

Los probióticos son microorganismos vivos que, administrados en cantidades adecuadas, ejercen efectos beneficiosos sobre la salud del huésped. Aunque su presencia en el intestino suele ser transitoria, pueden modular la microbiota, reforzar la barrera intestinal, competir con patógenos e influir en la respuesta inmunitaria. En medicina veterinaria, los más utilizados pertenecen a los géneros Lactobacillus, Bifidobacterium, Enterococcus y Saccharomyces. Los podemos usar como coadyuvantes tanto en diarreas agudas, como en enteropatías crónicas o tras tratamientos antibióticos. Es importante elegir cepas específicas, en cantidades suficientes y con evidencia. No sustituyen tratamientos etiológicos, pero pueden mejorar la recuperación intestinal.

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Puntos alternativos

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A

Vómito vs. regurgitación: diferenciación clínica clave

No todos los «vómitos» que nos describe el tutor lo son. La regurgitación es un proceso pasivo, sin arcadas ni náuseas, y suele indicar patología esofágica (megaesófago, cuerpo extraño, estenosis). El vómito es activo, con contracciones abdominales, y puede tener contenido biliar, alimento digerido o espuma. Distinguirlos correctamente orienta el diagnóstico desde el inicio y evita pruebas innecesarias. La exploración física y una buena anamnesis son fundamentales para diferenciarlos.

B

Signos digestivos asociados al estrés

El estrés es un desencadenante frecuente de signos digestivos en gatos, especialmente en cuadros funcionales o en enteropatías crónicas. Cambios en el entorno, mudanzas, nuevos animales en casa o visitas veterinarias pueden alterar la motilidad intestinal, afectar la microbiota y disminuir la ingesta. Esto puede provocar vómitos, diarrea o hiporexia sin una causa orgánica evidente. En estos casos, el abordaje incluye soporte nutricional, enriquecimiento ambiental y, si es necesario, ansiolíticos o feromonas.

C

Errores comunes en el manejo digestivo felino

Hay errores frecuentes que pueden complicar el abordaje digestivo. Entre ellos: iniciar tratamientos empíricos sin diagnóstico claro, cambiar la dieta sin periodo de transición, abusar de antibióticos sin justificación, o forzar la administración oral sin valorar la tolerancia del paciente. Otro fallo habitual es subestimar la importancia de la nutrición. Evitar estos errores mejora la evolución clínica y refuerza la confianza del tutor en el tratamiento propuesto.

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